La propuesta de contrato vitalicio de Juan Manuel de Prada

A veces las buenas intenciones no bastan y de aplicarse conseguirían perjudiciales resultados a pesar de los deseos. El pasado 2 de junio, en el programa "La Tarde con Cristina", Juan Manuel de Prada dio su opinión sobre la duración del contrato de trabajo, afirmando que solamente la quiebra de una empresa debería dar lugar a la finalización del mismo. Esta afirmación fue rechazada de forma contundente por José Luis Restán. Analicemos con algo de detalle las consecuencias de esta propuesta. Dejo a continuación el audio correspondiente antes de pasar al análisis



Evidentemente, la parte positiva de la propuesta es la seguridad laboral del trabajador. Se elimina de esta forma cualquier tipo de inseguridad por la pérdida del puesto de trabajo, solamente amenazado por la desaparición de la empresa. Pero quedarnos en este nivel de razonamiento llevaría a no analizar la totalidad del planteamiento. Si fijásemos una duración vitalicia para los contratos de trabajo, se impondría una barrera de entrada en el mercado laboral para multitud de trabajadores, especialmente los más jóvenes. Las empresas existentes sólo demandarían nuevos trabajadores en casos de fallecimientos o enfermedades graves de los actuales, o en el caso del crecimiento de la empresa. A esta oferta de reposición o crecimiento habría de añadirse la formada por las nuevas empresa que se constituyeran. Seguramente, esta limitación de la oferta de trabajo llevaría a la larga a un incremento del paro y a una rigidez extraordinaria de la estructura empresaria. Sería la vuelta a los gremios medievales.

Por otra parte, la seguridad tendría otra consecuencia. La propia naturaleza humana haría que muchas de esas personas que tienen asegurado su puesto de trabajo cayesen en una apatía productiva. Podría alegarse que el propio sentido de responsabilidad llevaría a los trabajadores a dar siempre lo mejor de si mismos. Pero todos sabemos que el ser humano no se comporta en muchas ocasiones de esta manera. Por lo tanto, a la anterior rigidez del mercado laboral tendría que añadirse una posible caída de la productividad y en muchos casos una merma en la calidad del producto o servicio ofertado por las empresas.

Dice el axioma central de la praxeología que toda acción humana implica el intento deliberado de pasar de una situación menos satisfactoria a otra más satisfactoria. La fijación de contratos de trabajos vitalicios iría contra este axioma. Se impediría al empresario conseguir una empresa cada vez más competitiva, se impediría al trabajador de esta empresa labrarse una carrera profesional cada vez más satisfactoria tanto en lo económico como en lo personal, y por último, se impediría a aquellas personas sin trabajo a conseguirlo. Partiendo de una propuesta bienintencionada que intentaba favorecer al trabajador, hemos conseguido una vil cuadratura del círculo; pretendiendo hacer que unos ganen, hemos conseguido al final que todos pierdan.