Hugo Grocio, el eslabón perdido entre la Escuela de Salamanca y Adam Smith

Países Bajos, 23 de mayo de 1568. La Guerra de los Ochenta Años comienza con la batalla de Heiligerlee. En España reina Felipe II desde hace doce años y ya han pasado setenta y seis años del descubrimiento de América, un descubrimiento que lo cambió todo. Faltan aún quince años para que naciera Hugo Grocio, el erudito del que se dice que fue el eslabón entre Adam Smith y la Escuela de Salamanca.

La postura que adoptó España, estandarte del Catolicismo en Europa, tuvo como consecuencia que las novedosas ideas de la escolástica tardía no pudieran expandirse entre aquellos países protestantes que iban a tomar el relevo al Imperio español. Para los estudiosos protestantes, España constituía el regnum tenebrarum (reino de las tinieblas), un lugar del que nada bueno podía salir. Mientras tanto, por desavenencias religiosas en su propia tierra, Hugo Grocio, arminiano (una doctrina fundada a partir del calvinismo), termina exiliado en París en 1621. Y allí, aunque no se le permitía enseñar por su condición protestante, tomó contacto con las ideas de la Escuela de Salamanca, en especial con los escritos de Francisco de Vitoria. En 1625 escribe De iure belli ac pacis, un tratado de derecho internacional, continuador de la obra del dominico.

Hugo Grocio contribuyó a difundir las ideas de los escolásticos en toda Europa. Luego, partiendo de los trabajos de éste y de forma sucesiva, Samuel Pufendorf, Jean Barbeyrac y Gershom Carmichael hicieron llegar, quizás desconociendo la fuente, estas ideas a Francis Hutcheson, padre de la Ilustración Escocesa, quien impartió clases de filosofía moral a Adam Smith.


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